Después de unos 10 años, he vuelto al lugar de observación astronómica en La Pitahaya, Cabo Rojo, esta vez junto a los miembros de la Asociación de Observación, Difusión Astronómica y Ciencias del Espacio. El volver a este lugar me llevó a recordar cuando comencé en el campo de la astronomía, cuando recién había adquirido un telescopio y no sabía qué hacer con él. En la Pitahaya fue que comencé a aprender los nombres de las estrellas, las contelaciones, y empezar a descubrir uno por uno los objetos de espacio profundo que me apasionaron por todos estos años.

Esperando la noche en La Pitahaya, Cabo Rojo.

Aunque hubo nubes dispersas durante la noche, el evento se dio sin mayores contratiempos. Era una actividad para miembros, por lo que pudimos preparar nuestros equipos con calma e ir conversando sobre diversos temas de astronomía en lo que los objetos que podrían verse, empezaban a hacerse visibles. El cielo en la dirección sur se apreciaba tan oscuro como recordaba desde hace aproximadamente una década, pero noté que hacia el norte, la contaminación lumínica de diversos desarrollos turísticos empezaba a minar la posibilidad de visualizar objetos tenues en ese hemisferio. Es una lástima que lentamente uno de los mejores lugares de cielo oscuro en Puerto Rico se esté degradando de esta manera. Hacia el este, las luces de La Parguera se reflejaban en las nubes, pero posiblemente su efecto sería mucho menor si el cielo hubiese estado completamente despejado. Hacia el oeste, el cielo estaba bastante oscuro, y Venus dominaba ese cuadrante temprano en la noche.

Ya que el sur era la zona más despejada, el primer objeto que observé fue Omega Centauri, el cual desafortunadamente no puedo observar desde mi casa en Isabela debido a los árboles. Siendo mi telescopio un refractor de campo amplio, este tipo de objetos son idóneos para la observación. Utilizando una magnificación baja (24x) pude inspeccionar este cúmulo con detenimiento, ya que es un objeto tan grande que incluso se podía ver a simple vista como una tenue mancha en la oscuridad. No recordaba cuando había sido la última vez que había visto un objeto tan impresionante como éste, ya que los últimos años han sido casi exclusivamente dedicados a la astrofotografía.

Durante el transcurso de la noche, y según pasaban las nubes, pudimos contar unos 8 satélites que cruzaron el firmamento, y varios bólidos que otros miembros pudieron observar (por lo visto yo tuve mala suerte, ya que siempre estuve mirando en la dirección contraria adonde éstos aparecían). Además pude ir de estrella en estrella («star hopping») para observar otros objetos en la constelación de Scorpio, incluyendo la estrella Antares y su cúmulo cercano Messier 4, luego Messier 7 y Messier 6, todos en la zona entre Sagitario y Scorpio. Para esto, me dejé llevar del app SkySafari Pro en un iPad.

Poco antes de la medianoche, se repartió café entre los asistentes, el cual fue muy bienvenido, ya que conduje de vuelta unos 90 minutos para volver a mi casa en Isabela.